Proceso de aplicación de una lámina de polivinilo sobre el techo-pared del ictiosaurio. Los están parados sobre los restos de un piso viejo de la caverna. (Fotos: cortesía del entrevistado)
En el año 2023 en una cueva de la serranía de Pinar del Río fue hallado el esqueleto petrificado de un ictiosaurio, con una datación de unos 145 millones de años, lo cual constituye hasta el momento el fósil más completo de reptil del periodo mesozoico en el archipiélago cubano.
De entonces a la fecha, un grupo de investigadores han trabajado en la protección y conservación del fósil, hecho dificultoso que acaba de comenzar a concretarse hace escasos días. A propósito de este suceso, JT conversó con el Dr. C. Manuel Iturralde Vinent.
—¿Por qué es necesario conservar este esqueleto?
—Cuando vimos el esqueleto de ictiosaurio por primera vez, nos percatamos que podía perderse, pues estaba contenido en una capa rocosa constituida por finas láminas paralelas de roca caliza de grano muy fino.
“Esta capa formaba parte de la pared de la caverna, al pie de la cual se han acumulado infinidad de pedacitos de roca. Era obvio que con el paso del tiempo, la caída de estas `hojuelas de roca´ arrastraría consigo distintos componentes del esqueleto, hasta que se perdiera para siempre.
“Asimismo, en la caverna donde apareció el ictiosaurio, hay un ambiente muy húmedo, de manera que la pared puede mojarse de gotas de `rocío´, que tienen la potencialidad de disolver la roca caliza. Este proceso de corrosión dio lugar a que algunos huesos estén desgastados, como si hubieran sido tratados con ácido. Este proceso conocido como karstificación, ha dificultado la identificación del ejemplar, y pudiera hacerlo desaparecer por completo”.
—¿Cuál es la importancia de este fósil?
—Aunque en Pinar del Río se han descubierto muchos restos fósiles de diversos animales de la era mesozoica, este es el primer esqueleto articulado de un reptil marino gigante que se descubre en las Antillas. El estudio de este fósil está arrojando luz sobre los animales que transitaban por el canal marino situado entre América del Norte y del Sur, hace más de 145 millones de años, antes de que Cuba existiera.
“Algunas personas se preguntan por qué se invierte tiempo y recursos en estos estudios. Lo cierto es que conocer la vida en el pasado, nos permite entender cómo estos organismos surgieron y desaparecieron, quizás en circunstancias semejantes a las que estamos viviendo en nuestro tiempo, y así poder prepararnos para enfrentar el presente y el futuro”.
—¿Qué opciones hay para proteger el esqueleto de ictiosaurio?
—Lo ideal hubiera sido extraer el esqueleto a fin de conservarlo en un museo, pero este proceso no es sencillo. Una opción sería separar hueso por hueso, con un cincel fino y/o una cortadora de roca portátil. Pero este proceso pudiera conducir a la fracturación de los componentes.

“La otra opción sería tratar de extraer la capa rocosa entera, pero debido a la posición del esqueleto en la pared-techo de la cueva, hay mucho peligro para los operarios, sin contar con las dificultades de extraer un pesado y voluminoso pedazo de roca al exterior.
“El caso es que la caverna está en franco proceso de derrumbe, de manera que no es recomendable usar herramientas que induzcan vibraciones. A esto se suma que caminar por la galería que conduce al exterior es muy engorroso, ya que está pavimentada con enormes bloques rocosos caídos del techo, el cual expone las cicatrices dejadas por el desprendimiento de los desprendimientos. Por lo costoso y complicado de estas soluciones, se optó por la preservación in situ, que es la menos peligrosa y parecía ser la más expedita, pero en algunas circunstancias nada es sencillo”.
—¿En qué consiste la preservación in situ?
—Ante la necesidad de conservar el esqueleto, la solución de preservación in situ parecía ser la más sencilla, pero se trata de una operación nunca antes realizada en Cuba. Para ello están los amigos y colegas, a quienes consultamos, de manera que pudimos entrar en contacto con un especialista en conservación del Museo Americano de Historia Natural en Nueva York. Desde entonces el señor Tetsuya Sato nos ha estado ayudando desde la distancia, indicándonos qué productos utilizar y cómo aplicarlos a la pared rocosa.
“La idea era obtener un producto que crease una superficie protectora sobre la pared fosilífera y que penetrara por las fisuras de la roca, dándole así mayor consistencia. La recomendación de Tetsuya fue utilizar acetato de polivinilo disuelto en alcohol isopropílico, aplicado con brocha, después de eliminar el polvo y la humedad de la pared rocosa. Este procedimiento extendería la vida del fósil y permitiría en el futuro planificar y ejecutar la extracción física del mismo, si se considera necesario. ¡Muy sencillo!.
“Pero del dicho al hecho fueron surgiendo dificultades. Ante todo, había que evitar la temporada de lluvia, pues cuando ocurren fuertes precipitaciones, la caverna, que es el cauce de un río subterráneo, puede llenarse de agua hasta casi el nivel de la pared fosilífera. En consecuencia, decidimos hacer el trabajo entre diciembre y abril del 2025.
“El obstáculo mayor e inesperado para poner manos a la obra, fue conseguir el producto de alta calidad, debido a ciertas restricciones para su exportación. Hubo que hacer numerosas gestiones que duraron varios meses, hasta que por fin llegaron a Cuba, por distintas vías, dos sobres con unos cristalitos transparentes que no pesaron ni una libra cada uno. En paralelo hicimos las gestiones para conseguir el disolvente, y al final fue la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre la que nos facilitó tres litros. En todo este tiempo estuvimos en contacto con Mario, director del Geoparque para coordinar el trabajo, y con Juan A. Casabella (Juanito) y Alejandro Gallardo.

“La pasada semana fue culminante. Visité la caverna a fin de entregar los productos y coordinar las tareas, que comenzaron exitosamente. El grupo formado por Alejandro Gallardo, Juan A. Casabella, R. Rojas y M. Álvarez aplicaron dos manos a la superficie de la caverna donde está el esqueleto. El primer resultado fue inesperado, ya que el producto incrementó el contraste entre los huesos y la roca, de modo que ahora son más evidentes. La semana próxima aplicarán otra mano, sobre todo para rellenar fisuras en la roca; proceso que se repetirá periódicamente.
“Casi un año después de haber visitado la caverna por vez primera, a finales de 2023, logramos dar el primer paso hacia la conservación del esqueleto, que después de haber quedado atrapado en los sedimentos del fondo del mar, hace más de 145 millones de año, ahora estuvo en peligro de desaparecer. Esta es la historia de una lucha contra las dificultades, inspirados por lograr el sueño de conservar un esqueleto de ictiosaurio, para el disfrute de las futuras generaciones“.